Viéndolo a distancia, a él si lo percibí feliz en ese encuentro conmovedor pues me lo confesó emocionado: !La sangre llama! Todo esto entre risa y guasa, justo en la época en que le había salido por ahí un hijo desconocido, exigiéndole públicamente su apellido. Asunto delicado que tratamos en aquella inolvidable plática que pude cerrar con broche de oro, gracias a esta imagen ¿Hay parecido, o no?
