Esta secuencia de fallas, ridículos y ausencias que Luis Miguel está incluyendo en su repertorio, me recuerda la estrepitosa "auto-aniquilación" que el boxeador Julio Cesar Chávez experimentó al final de su carrera, donde después de haber estado en la cima, e invicto algo más de 90 peleas, comenzó a pelear sin entrenar, sin las mismas condiciones que lo acompañaban en sus mejores momentos, y si bien se pudo haber retirado como invicto, nos regaló algunos se sus peores momentos, y decir regalar, es apuntar con el sarcasmo, porque nadie en este país lo disfrutó.
Luis Miguel más allá de estar enfermo, está rebasado por la soberbia, por la autocomplacencia, por un endiosamiento que le explotará en la cara en breve, ya que el público fiel, el que sigue comprando entradas para conciertos fantasma, empieza a disminuir sus filas, y terminará quedando tan escaso como la reputación de Luis Miguel, un profesional que era absolutamente impecable en este tipo de compromisos.
Luis Miguel en su ámbito más cercano -profesional-, me refiero a productores, músicos, empresarios, siempre se ha manejado de tal forma, que no encuentras a una sola persona que lo recuerde con cariño, me ha bastado hablar con dos de sus representantes, músicos que lo acompañaron en giras y que formaban parte de su equipo, compositores a los que les ha grabado temas, ex-novias ( bueno eso no cabe aquí), y la respuesta general es evitar el tema, el enojo, la demanda, el abuso, el silencio.
Todo esto cabe en este artículo porque si bien, en etapas previas, a pesar de su estilo de vida,-atropellador- desintegrador- egocéntrico a la infinita potencia-, le cumplía con creces al público, era el dueño del escenario, como lo que ha sido con todas sus letras, el mejor cantante que ha dado México, sí, lo dije bien, el mejor.
Ahora ya no tiene la capacidad de integrarse a la fiesta playera, a la comilona, al desastre de sólo pensar en él mismo, y seguir habitando un escenario con la potencia y los recursos de hace 15, 20 años, ya no se puede, no hermano, ya no.
El cariño, ese, el de los que crecieron en estas etapas cuando calentaba el sol, cuando podías culpar a la playa, cuando los y las incondicionales, se está diluyendo, se escapa por las grietas y vacíos del auditorio, por las pausas entre canción y canción, por el abandono sin nombre cuando se enciende un luz y algún estúpido anuncia que: "El señor Luis Miguel ha abandonado el recinto".
Ahora que vuelve a cancelar, afilan plumas lo detractores, los que destrozan y suman a sus argumentos asuntos personales, los que venden letras y titulares con sangre y vómito, y por supuesto afilarán también la pluma los defensores a ultranza, los que hablan de ese hombre solitario, que perdió a su madre y hay que sobar, entender y sobre todo, comprarle entradas, saludarlo, y salirse 5 minutos después.
Luis Miguel, el ser humano, el cantante, el empresario, si desea seguir existiendo a través de esos títulos, requiere de forma urgente , un representante que reestructure sin concesiones todos los aspectos de su carrera, y confiar en él, como hacen la mayoría de artistas de esa talla que existen en el ámbito internacional, bueno, eso o retirarse.
Por cierto, de mi artículo anterior, sobre la supuesta gira de Luis Miguel con Alejandro Fernández, ¿así o más exacto?.
Francisco Curiel
ciclosporina2@hotmail.com